Este año que comienza, científicos seguirán indagando en los grandes misterios del universo, como la materia oscura, pero también se enfrentarán a interrogantes más terrenales, como la lucha contra el cáncer o la alarmante resistencia a los antibióticos.
La Nasa lanzará en mayo la misión InSight, que se posará en Marte en noviembre para investigar sobre la formación del planeta rojo y de otros similares, incluso la Tierra. A pesar de que llega con dos años de retraso, será uno de los éxitos científicos de 2018, como parte de la carrera por llevar al hombre a ese lugar.
Por su parte, la compañía privada SpaceX (de Elon Musk) planea llevar este año a dos turistas a un viaje alrededor de la Luna y la Nasa reactivará sus planes para una nueva misión tripulada a nuestro satélite por orden del presidente Donald Trump.
Por otro lado, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) enviará en octubre su primera sonda a Mercurio, el planeta más próximo al Sol y el menos explorado. Los europeos también tienen previsto poner en marcha la misión Solar Orbiter, que se aproximará al astro más que ninguna otra, y el satélite Cheops, cuyo objetivo es encontrar exoplanetas, es decir, planetas fuera del Sistema Solar que orbitan alrededor de otras estrellas.
Uno de los mayores misterios de la física es saber de qué está compuesto 95 por ciento del universo. Es lo que se denomina materia oscura, que supondría 27 por ciento del universo y energía oscura, otro 68 por ciento.
Por ahora los expertos no han conseguido detectarlas y su hallazgo sería una sensación. Saben que tienen que existir porque hay fenómenos que no tienen explicación sólo con la influencia de la materia conocida. Por ejemplo, hay estrellas que se mueven tan rápido que tendrían que salir disparadas de sus galaxias, pero no lo hacen.
En el Laboratorio Europeo de Física de Partículas, de Ginebra, los investigadores intentan detectar la materia oscura en el Gran Colisionador de Hadrones, el potente acelerador de partículas que comprobó la existencia del bosón de Higgs. También China lleva a cabo estudios en el espacio sobre unas hipotéticas partículas que podrían constituir la materia oscura, las denominadas WIMPs.
La inteligencia artificial (IA) es uno de los ámbitos que más revolucionarán la vida humana en los próximos años. En la actualidad ya se vislumbran algunas aplicaciones, como el futuro coche autónomo o en diagnóstico médico. Sin embargo, todavía nos encontramos ante una IA débil, apuntó recientemente el investigador español Ramón López en una conferencia. El salto cualitativo llegará cuando las máquinas consigan no sólo analizar datos, sino comprender, algo todavía exclusivo del ser humano.
Los avances en IA también tendrán consecuencias o riesgos, como la pérdida de puestos de trabajo o un excesivo control por parte de los robots, y plantearán debates, como si las empresas que los utilicen tendrán que pagar en el futuro impuestos por ellos.
Respecto de la inmunoterapia, forma de tratamiento contra el cáncer que consiste en ayudar al sistema inmunitario del cuerpo a combatir la enfermedad, actualmente ya hay varios tipos en marcha, pero se sigue investigando en otros y se perfila como uno de los métodos más prometedores para luchar contra ese mal.
En 2017, Estados Unidos aprobó por primera vez el uso de una terapia génica para combatir un tipo de leucemia. La técnica consiste en extraer linfocitos a los pacientes, modificarlos genéticamente, reinyectárselos y para que ataquen a los tumores. La esperanza es que en el futuro pueda servir para tratar otro tipo de cánceres, aunque para ello será necesario seguir investigando.
Los antibióticos permiten tratar muchas enfermedades y realizar operaciones que de otra forma serían muy arriesgadas, como los trasplantes o las cesáreas, pero muchas bacterias y virus están aumentando su resistencia a esos médicamentos debido a su uso erróneo contra algunas enfermedades (como resfriados) y su utilización indiscriminada en la ganadería, por ejemplo para estimular el crecimiento de los animales.
La Organización Mundial de la Salud ha dado la voz de alarma y advierte que son necesarias más inversiones e innovaciones en la investigación y desarrollo de nuevos antimicrobianos, vacunas y pruebas diagnósticas.