Javier Bardem sentenció que “no he hecho nunca una película de la que me arrepienta”, aunque también admitió que ha habido trabajos “malos” en su carrera y que encontrar el próximo proyecto “es una preocupación constante”.
Bardem está presente en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) con dos producciones: la española Loving Pablo, sobre el narcotraficante colombiano Pablo Escobar, y la estadunidense Mother!, en la que da vida a un escritor que vive en una casona con su esposa, a la que encarna Jennifer Lawrence.
Dos películas opuestas, como Bardem reconoció. En la primera interpreta un ser real que era un destructor. En la segunda, es un personaje ficticio, un creador, salido de la imaginación del director, Darren Aronofsky.
Al hablar de Loving Pablo, Bardem dijo que se “divirtió” y que sabía que trabajar con su esposa, Penélope Cruz, que da vida a la amante de Escobar, iba a suponer “una relación muy intensa”.
La verdad es que fue un proceso muy divertido y muy rico. Siempre digo que Penélope y yo hemos crecido, hemos dado un pasito más, humildemente, en la buena dirección porque este trabajo nos ha permitido meternos más en la imaginación, en el crear algo que no es lo de uno”, explicó.
Sobre Mother!, Bardem señaló que lo había dado “todo” a Aranofsky.
Esa película matizó “es un ejercicio atrevido de cine. Es un ejercicio cinematográfico atrevido. Y lo sabíamos todos y lo hemos apoyado. Incansablemente. Le hemos dado todo porque, aparte, Darren es un director exigente, exigente. Es un tipo tranquilo, sencillo, cariñoso, inteligente, generoso. Y por eso le das todo”.
Como indicó Bardem, Mother! es una “alegoría como muchas lecturas”, pero él se queda con la lectura religiosa.
La lectura que más me interesaba a mí era el nacimiento de la religión como un culto y cómo la religión más bien nos divide, no nos une. Y en nombre de la religión se mata y se producen las mayores atrocidades. Eso está en la película. Independientemente de la religión que sea”, dijo.
Bardem reconoció también las dificultades para conectar con su personaje, un escritor que necesita constante reconocimiento público.
“Había momentos que no sabía como ejecutar el personaje, cómo actuarlo, cómo justificarlo. Me costaba. Había escenas que decía: ‘¿cómo alguien puede hacer eso?’”, declaró.
Preguntado sobre su proceso de selección de películas, Bardem respondió: “Creo que he sido bastante fiel a mi criterio. Para bien y para mal, ¡eh! No he hecho nunca una película de la que me arrepienta. He hecho películas o trabajos que no me han salido redondos y que han sido malos trabajos”.
Pero siempre, siempre, siempre, he estado defendiéndolo. Nunca he estado en un sitio diciendo ‘¡qué cojones hago aquí!’. Y eso me parece un lujo”, continuó.
A pesar del éxito nacional e internacional, el actor también reconoció sus preocupaciones.
Estoy -comentó- en un momento en el que, gracias a Dios, y eso va a más y no a menos, sinceramente me doy con un canto en los dientes por trabajar. Y me preocupa que haya trabajo. No estoy en un nivel ansioso de decir: ‘¡Hostia!, me falta trabajo’. En absoluto, pero sí de decir: y después ¿qué hay? Porque este oficio nuestro es así”.
“Esa es una preocupación constante. Y, evidentemente, hay gente que lo pasa muchísimo peor que yo. Soy un afortunado porque vivo de esto y puedo trabajar”, agregó.
“Sí podía entender o imaginar esa necesidad hambrienta de reconocimiento. Lo podía entender y lo podía imaginar sin juzgar. Como decía muy bien Victoria Abril, somos abogados defensores de nuestros personajes, no somos jueces. Si no, sería imposible hacerlos”, reflexionó.
“Cuando me lo traía a mí, digo: ‘a ver, algo personal’. Sí claro, tengo situaciones en las que gente invade la privacidad, que me molesta. Pero justo el personaje es todo lo contrario. Abre las puertas. Quiere esa invasión. Eso me costaba”, continuó.
“Y es ahí -apuntó- donde yo decía: ‘tengo un problema’. Y tenía que identificar el problema de Javier. Hay gente que se tira a una piscina desde un sexto piso para hacerse un ‘selfie’ y coger ‘likes’. Y se destroza y se rompe la cabeza. Vivimos en esa época en el que hay mucha gente que está ansiosa por el reconocimiento”.
“Yo -prosiguió- no lo entiendo. Y tenía que entenderlo. Y ahí es donde hacía la conexión con algo superior a eso. Es el creador abriendo las puertas a la creación. Y por supuesto, la creación de un todo es mucho más importante que la creación ínfima de un individuo”.